jueves, 27 de junio de 2013

Los caminos del Señor son inescrutables. Pero del todo, vamos.

Vaya por delante que todos tenemos claro que la cabeza del señor David Hierro se mueve en el delgado límite existente entre algún resquicio de coherencia y la locura más absoluta. Pues tocó locura.

Un buen día se presentó David con un relato sobre ángeles, mafiosos, asaltantes de casas, fiscales de Dios, sexo explícito… un imaginario y unos personajes que se mezclan en un potaje imposible a todas luces, pero que David consigue hilvanar en una historia loca y atractiva. ¡O al menos eso le dijimos!

Sin necesidad de hacer un desglose de guión ya vemos que el relato incluye un montón de personajes, figurantes y localizaciones diferentes, armas de fuego, sangre, tiroteos y líneas de diálogo infinitas. Pero no, ¿por qué asustarse? ¡Vamos a convertirlo en cortometraje, venga!. ¿Cómo? Pues no lo sabemos, pero hagámoslo. Nosotros somos así, del género impulsivo.

Ya metidos en el ajo, David consigue desplegar esa magia hipnótica mediante la cual sería capaz de convencer a los Slipknot de hacer un dueto con Hannah Montana. Finalmente Hannah desistió por problemas de agenda, pero David consiguió una legión de colaboradores dispuestos a participar como actores, figurantes, técnico de sonido, maquilladora, un pub en pleno Eixample, una casa en Lliçà, efectos especiales y varias pistolas que una vez acabado el rodaje, seguían generando dudas sobre su autenticidad.

En definitiva, sin saber ni cómo, se vieron reunidos una treintena de individuos, la gran mayoría sin experiencia previa en el mundillo del cine, pero dispuestos a darlo todo por llevar adelante la película más absurda jamás filmada, con permiso de "Amanece que no es poco". Lo que comenzó siendo una gamberrada de serie B, fue degradándose poco a poco a serie C, D, E… y una vez llegados a postproducción, posiblemente consiga la categoría de serie Z en regional preferente.

¿Pero a quién le importa el resultado? Bueno, suponemos que que debe tener alguna importancia, pero vamos a remitirnos a ese dicho sabio y popular que reza "que nos quiten lo bailao". Porque pasarlo bien, lo pasamos. Reirnos, nos reímos. Comer, comimos como auténticos vikingos porque alguien del reparto hacía unas croquetas del tamaño de sandías, que estaban estupendas. Amen de la tortilla de patatas, embutidos y cantidades ingentes de cerveza. Aquello era lo más parecido a una convención gastronómico-psicodélica, porque comerte unos pistachos con San Gabriel a un lado y un mafioso de la costa levantina al otro, tiene su qué.

En definitiva, durante unos días jugamos a hacer cine. Y aunque pueda sorprender leer esto, el modo de hacerlo fue muy parecido al cine de verdad. Porque hubo luces, cámaras y mucha acción. Hubo llamadas de "silencio, rodamos", lecturas de claqueta con toma uno, dos, tres… y dieciocho en algún caso. Hubo cambios de lentes, de vestuario, maquillaje y sangre. También hubo catarsis colectiva en el momento en que aparecieron "los fiscales de Dios" en el set de rodaje, con sus espectaculares trajes blancos magníficamente diseñados por Aïda. O momentos de concentración absoluta cuando Ignasi respondía con su "sonido dentro", o David y Mireia organizando la logística con precisión casi germánica. Hubo profesionalidad, mucha profesionalidad de Alba en el impecable seguimiento y anotación de todos los planos, tomas y escenas que han sido vitales en la postproducción. Y sobre todo, mucha implicación y trabajo de todo el equipo técnico y colaboradores, que fueron muchísimos.



Mención aparte para los actores, que muchos de ellos, de hecho todos salvo un par de excepciones, nunca habían actuado ante una cámara. El nivel de energía que nos regalaron fue bestial. El nivel de esfuerzo para memorizar y aprenderse de carrerilla las líneas de diálogo, encomiable. Y sobre todo, la capacidad de entrega y paciencia en el momento de repetir hasta el aburrimiento algunas escenas, sin desfallecer y a pesar de que el director se empeñaba en decir una y otra vez que la toma era buena. Pero que la repetíamos.

En definitiva, después de algunos meses, más de los deseados, el proceso está llegando a su fin, casi acabada la postproducción. Francamente, no sé cual será el resultado. Sé que resulta sorprendente, después de haber visto el montaje hasta la saciedad y de haber hecho mil cambios, retoques, arreglos. A pesar de todo eso, confieso que en el momento en que me siente junto al resto del equipo para ver el estreno, con una cerveza en la mano y completamente acojonado, tendré la sensación de ver la película por primera vez y será en ese momento cuando tendré una visión real del resultado.

Estoy seguro de que técnicamente me horrorizará, que todos veremos cien mil fallos de montaje, de ritmo, de sonido, de actuación… muchos pensaremos que éste o aquel plano deberían haberse rodado de nuevo y que algunos pensaréis que si os hubiesen dado la oportunidad de repetir esa toma, habría quedado mucho mejor. Técnicamente es un pequeño calvario por el que tenemos que pasar todos. Esa sensación de "me esperaba mucho más".  Les ocurre hasta a los grandes profesionales.

Pero también sé que la próxima vez saldrá mucho mejor y sobre todo, que por unos días un grupo de locos conseguimos llevar a cabo algo totalmente imposible. Que jugamos a hacer cine, del de verdad, del de la claqueta y el "silencio, rodamos". Y que durante esos días, todos, absolutamente todos, desde los actores principales hasta el más modesto y ocasional de los colaboradores, compartimos un nivel de entusiasmo, entrega y energía que para sí lo quisieran las mejores productoras de cine de este país.

No sé qué ocurrirá con Los Caminos una vez estrenado y pasados unos meses. Probablemente volveremos a ver la película de vez en cuando y nos reiremos, o bien desearemos olvidarla cuanto antes y centrarnos en nuevos proyectos. Lo que sí tengo claro es que siempre me voy a sentir un privilegiado por haber tenido la oportunidad de compartir esta experiencia con todo el equipo de gente que ha participado en Los Caminos.

Nos vemos en la alfombra roja y aunque seamos protagonistas de una película de serie B, o Z, o vaya usted a saber, vamos a pisarla orgullosos.

Abrazos a todos los Caminantes.

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