miércoles, 1 de mayo de 2013

La carretera 109


Jueves. Es de noche. Pero no hay luna. Llueve a cántaros. Las dos figuras se miran fijamente, separadas por la Carretera 109.

A lo lejos viene un coche a gran velocidad. Lo pilota un hijo de puta con suerte. Luce unas gafas negras, por si algún día varía bruscamente la rotación de la Tierra y sale el Sol a las dos de la madrugada. Su sangre es puro Jack Daniels. Lleva 20 kilómetros disfrutando de una mamada tan comercial como excepcional. Busca urgentemente un motel para poder follárse a su puta hasta hacerle llorar esperma. Todo un caballero…

- ¿Esperas a alguien, capullo? – pregunta Acham entre relámpagos.
- Espero a una prostituta, maldito engendro del infierno.
- Qué casualidad, yo espero a un hijo de puta… igual son família.
- Lo dudo – responde Baraquiel, algo incómodo por la inesperada presencia del demonio.
- ¿De qué muere tu puta, capullo? - pregunta Acham como si le importara algo.
- Se ahoga en esperma – responde el ángel. ¿Y el tuyo, Acham?
- Se destroza el esternón contra aquél puto árbol de allí.

El coche enfila por la Carretera 109. Jones no aguanta más. Lleva una semana sin correrse por motivos geográficos y la maldita zorra le está haciendo una mamada divina. Sin duda merece subir al cielo de rodillas. Jones siente como empieza a resecárse su médula espinal. Siente rigidez en el esternocleidomastoideo. Señal inequívoca de que el orgasmo está a punto de salir expulsado violentamente en forma de leche por su magnífico capullo…

Dios lanza un dado y saca un jodido 1. Enfadado patea una nube donde tres ángeles tocan el arpa, imitando torpemente a Harpo Marx. Se produce un silencio agradable. Satanas lanza su dado y saca un 6. Sonríe y bonifica a la prostituta con unas tragaderas sobrenaturales. Einstein estaba equivocado. A Dios le encanta jugar a los dados. Perder ya es otro tema…

Jones se corre a litros. El coche zigzaguea en cada bombeo de semen. GLUP, derecha, GLUP, izquierda, GLUP, derecha. La prostituta consigue, no sin dificultades, ir tragando toda la proteína de su jodido cliente. Jones pierde el poco sentido que le quedaba, pero lo recupera de inmediato para poder esquivar un árbol que bien podría ser un ciprés. O un castaño. Sin embargo, no puede evitar llevarse por delante a un tipo con unas enormes alas. El impacto viene acompañado de un FLOP y una lluvia de plumas blancas. Al otro lado de la carretera se oye una risotada diabólica y un ataque de tos. Jones se hace con el control del coche y de su mente, y pisa de nuevo el acelerador. La prostituta se reincorpora sonriendo, ajena a la realidad.

- ¿Qué te ha parecido, maldito cabrón?
- Pues me parece que acabo de atropellar al jodido gallo Claudio.
-¿Qué? – pregunta la puta como si supiera quién es el gallo Claudio.
- Nada. Olvídalo – contesta Jones, alejándose de la Carretera 109 como alma perseguida por el diablo…

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