viernes, 3 de mayo de 2013

Human Trash

Las doce de la noche. La maldita hora de las brujas. Un bar de ciudad. Un nombre curioso. El Paraíso. Y sólo dos personas en ese paraíso. Desgraciadamente están vestidas. La camarera, con una paciencia infinita, soporta los últimos estertores de su cliente. El cliente, acostado sobre la barra, apura el último trago de algo que debe llevar mucho alcohol. Su tráquea está inmunizada. Su hígado sigue sufriendo en silencio. Otro drama urbano...

- Ponme una copa más, Joana... - pide el cliente con apenas un susurro de voz.
- Esa no es una buena idea, Roc. Has bebido demasiado – contesta ella con dulzura.
- Una más, por favor. Una más y me largo. Sólo una puta copa más... - suplica él.

Joana conoce la triste historia de Roc. Tal vez por eso le sirve una puta copa más. Roc se la bebe. Porque sabe que sólo bebiendo en abundancia su mente no le tortura con lamentables recuerdos. Sólo bebiendo a mares su cerebro se sumerge en un océano sedante, frío y libre de peces. Un océano muerto que desde hace meses oscurece el ya tenue brillo vital de Roc. Un océano negro como la realidad que, una vez más, envuelve lentamente al pobre muchacho...

Roc despierta. Está tumbado sobre algo que bien podría ser una cama. Evidentemente no es la suya porque huele bien. Echa un vistazo a su alrededor sin apenas mover la cabeza, en un gesto camaleónico que no le honra. Todo está terriblemente oscuro. Silencioso. Lo que más le preocupa a Roc es la ausencia de dolor de cabeza. Lleva meses con la desagradable compañía del dolor de su cabeza todas las mañanas. Lleva semanas con una jodida resaca diaria. No sentirla le hace pronosticar lo peor, porque el cerebro es cruel por naturaleza...

- Levántese, por favor – suena una voz en la cabeza de Roc.
- ¿Eh? - balbucea Roc sorprendido.
- Levántese. No tenemos todo el día – repite la voz.

Roc se incorpora, duda hasta dos veces en un breve espacio de tiempo y se levanta. Delante de sus narices aparece, entre la penumbra, una mesa con un tipo detrás. El tipo, de inquietante aspecto, le señala una silla, invitándolo a sentarse. Roc obedece sin oponer resistencia.

- Muy buenas – saluda el tipo a Roc.
- ¿Estoy muerto, verdad? - pregunta Roc alarmado pero sin tapujos.
- ¿Le parezco una enciclopedia, señor Roc? No. Y ¿sabe por qué no? Yo se lo diré. Porque no soy una jodida enciclopedia, señor Roc – contesta el tipo.
- Oh, Dios mío, estoy muerto... - afirma Roc, lloriqueando.
- Por favor, señor Roc. Deje de gimotear como una nenaza. Y escúcheme bien. Le voy a contar una historia fascinante. Mi historia. Yo soy un Reciclator. Mi función vital es reciclar la basura. Mi especialidad, la basura humana... como usted. Es un trabajo asqueroso pero a) Alguien tiene que hacerla y b) De alguna manera me pagan bien. Si consigo reciclarlo, y no hablo de mejorarlo convirtiéndolo en una babosa, lo puedo reinsertar en lo que usted llamaría su realidad. Si no consigo reciclarlo... bueno esa es una triste historia llena de fuego, dolor y tinieblas...
- Cuéntemela... - suplica Roc. Soy una persona curiosa...
- Acompáñeme – le ignora Reciclator.

No hay comentarios:

Publicar un comentario